Era un precioso atardecer. El mar, inundado de color, estaba dormido.
En la orilla se retrataba el paisaje en una maravillosa sinfonía de colores malvas,
amarillos, azules y verdes.
Una suave brisa salada con aromas de mariscos y algas, nos inundó el alma.
El pincel parecía moverse solo por el lienzo. Los colores surgían como por encanto.
Pura magia en medio de la tranquilidad.
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